-Por Charly Longarini
Hacia Viernes Salvajes
Hasta que en una madrugada volví a escuchar «Juguetes perdidos» de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, no había pensado seriamente en su letra.
La música entraba por los auriculares, reptaba hasta mi cerebro como si fuera una enfermedad que rompe el sistema inmunológico. Las guitarras, con ese sonido dulce y afilado, hace que uno baje la guardia, y la voz del Indio Solari, acostumbrada a encantar serpientes, te susurra incendios sin que te des cuenta. Ese es el modus operandi de la banda, detrás de lo que parece un simple rocanrol, trafican arte, religión, filosofía y psicodelia. Con eso de «banderas en tu corazón» siempre pensé que hablaba de las pasiones como el fútbol, el rock, la política. La imagen que tenia en la cabeza era la de micros llenos de gente, agitando banderas y cantando por las rutas a voz en cuello detrás de sus pasiones más encendidas. Y podría tener que ver con eso, sin dudas. Pero en medio de la tranquilidad de la noche, volví a reproducirla una vez detrás de otra. Y luego de varios minutos entré como en un trance. Y mi pensamiento se fue para otro lado, para una especie de concepción más política.
Porque cuando dice «son pájaros de la noche / que oímos cantar y nunca vemos», que bien podrían ser espectros o nuestros propios pensamientos más profundos, me hizo pensar que tal vez está hablando de algo más grande. Algo tan grande que no podemos ver. Grant Morrison, escritor escocés, dijo que Dios es de alguna manera una presencia que está en todos lados, tan grande y tan obvia que no podemos ver, como las hormigas con nosotros, que no advierten nuestra presencia hasta que aparecemos y le pateamos el hormiguero. Y todo eso me hizo pensar en otra cosa, no lo veía al Indio Solari hablando de Dios.

Y pensé en el Capitalismo, porque no hay nada más invisible que aquello que se manifiesta ante nuestros ojos todo el tiempo con una presencia infernal. Y debe ser por eso que sostener y defender ideas que enfrenten a lo establecido siempre da mayor trabajo, implica mayor esfuerzo físico y emocional. El discurso de la derecha, siempre bien plantado (y acomodado) sobre el sistema capitalista, es fácil, perezoso y automático. Sólo implica dejarse llevar por la corriente, es como ir por una autopista gris sin obstáculos ni contramarchas.

Lo que me llevó a recordar la película They Live! (John Carpenter, 1988), en donde un obrero, mediante unos lentes que encuentra, empieza a ver una invasión alienígena que hasta ese momento era invisible ante sus ojos y descubre que hay mensajes subliminales por todos lados donde antes no los podía ver. Mensajes que «oímos cantar y nunca vemos».
Mark Fisher (1968 – 2017), filósofo británico, en su enorme libro Realismo Capitalista: ¿no hay alternativa? explora la idea de que no existe acaso una alternativa coherente al sistema capitalista en materia de política y economía. Ya no se puede pensar en otro sistema por fuera, que permita imaginar un ensamble de todos los distintos componentes de la sociedad imbuidos en un sistema que soporte una idea diferente a la capitalista.

No hay pesimismo en su postulado, lo que intentó afirmar, sobre todo para la Izquierda que sabe que no va a rendirse, es que ya no se puede pensar en otra variante a este sistema que nos rige. “Es más fácil imaginar un fin al mundo que un fin al capitalismo». Suena exagerado, pero resignadamente real e irreversible.
No hay salida, no hay futuro. Lo que nos resta es encontrar lentes que nos permitan abrir los ojos. Y eso, por ahora, lo podemos encontrar en la música, el cine y la literatura que, si bien también están contaminados por el capitalismo, aun en estos espacios se puede respirar esperanza.

Charly Longarini
Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Profesorado Universitario de Letras. Universidad Nacional de Hurlingham. Columnista en Viaje al Fin de la Noche. Fm WEN. 93.9. Cinéfilo.