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AMERICAN ANIMALS: El Sentido de una vida vacía

12 agosto, 2022

Hacia Viernes Salvajes

«Esta historia no está basada en una historia real. Esta historia es real».

Así arranca American Animals (Bart Taylor, 2018).

Spencer Reinhard (Barry Keoghan) es un buen estudiante, buen hijo, buen empleado y ama el arte, ama dibujar. Lleva una vida vacía, sin grandes ambiciones y sabe que muchos artistas que él admira, de alguna manera pasaron por situaciones extraordinarias y trágicas que los han marcado y, por sobre todas las cosas, los han convertido en personas trascendentales. 

En una excursión con sus compañeros de cursada conoce un área restringida de la biblioteca de la universidad donde estudia. Allí hay primeras ediciones, libros raros como un Teoría de las Especies de Charles Darwin y The Birds of America, de John James Audubon, una especie de colección de sus pinturas encuadernadas. Spencer queda fascinado con todo esto y se da cuenta que al valer millones de dólares, se encuentra bajo niveles de seguridad vulnerables. Es por eso que se le ocurre robarlos. Llevar adelante ese atraco será ese hecho estimulante que estaba esperando en su vida.

Como sabe que solo no puede, le comenta la idea a Warren Lipka (Evan Peters) y juntos empiezan a planificar el robo. No sólo eso, también se ocupan de investigar a quienes podrian venderles esas obras una vez que las tuvieran en su poder. Como no tienen idea de como robar, ven películas de atracos para inspirarse; algo parecido a lo que recurre el personaje interpretado por Ricardo Darin en La Odisea de los Giles. 

A poco de que el plan se transforme en algo serio, se dan cuenta que deben contar con ayuda. De esa manera suman a Chas Allen (Blake Jenner) y Eric Borsuk (Jared Abrahamson) para dar apoyo en el golpe y en la huida. 

Bart Taylor antes había dirigido el documental El Impostor (The Imposter, 2012) en el que relataba como un hombre engañaba a una familia y se hacía pasar por un hijo que había desaparecido. En esa película utilizaba el recurso de recrear mediante ficción algunas escenas del documental. Acá, en American Animals, la operación es a la inversa. La película es una ficción pero toma el testimonio de las personas reales de la historia. Lo curioso (y lo alucinante también) es que en algunas escenas estos interactuan con sus versiones cinematográficas. Un híbrido original entre ficción y documental.

Más allá de las penurias de una vida vacía, la película habla de cómo la memoria sobre los hechos del pasado se va distorsionando a medida que pasa el tiempo y como muta según la óptica de cada uno.

Hermosa, ingenua, inocente y tierna historia. 

Es la clase de película que hace que quiere saber más sobre los personajes, la historia, las locaciones, el director. Me dan ganas de comprarme todo lo que tenga que ver con ella. Me pasó lo mismo con Magnolia, Fight Club, Los Paranoicos y El Fondo del Mar, que me dieron unas ganas irrefrenables de sentarme a escribir historias.

Las referencias a Reservoir Dogs (Tarantino, 1992) no son casuales. En ambos casos se trata de un robo malogrado.

Amé American Animals. Voy a volver a verla una y otra vez. 

Ah, la banda de sonido es impresionante. The Doors, Ace Frehley, Johnny Thunder, 20 20s, Sixto Rodríguez y muchas composiciones de una tal Anne Nikitin, una compositora canadiense que desconocía y que ahora queda en mi radar para siempre. 

A Bart Taylor, el director, no lo tenía. A continuación voy a mirar El Impostor. Luego les cuento.


Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.