-Por Matías J. Escot- @Matiescot77
Tiempo después de los hechos en una tarde lluviosa, uno de los protagonistas de los hechos miro fijo a su interlocutor y expresó con voz metálica, «quédense tranquilos todos los activistas sindicales de Villa Constitución están bajo tierra», y esbozó una sonrisa. El de la voz metálica era Walter Klein, socio de Martínez de Hoz, en el despacho de otro empresario vinculados a grupos de tarea que operaban para reprimir al movimiento sindical combativo.
Está es una historia que marca la antesala del terror, ante de la sistemática detención y desaparición de personas propuesta por la última dictadura cívico militar. Sucedió en Villa Constitución, provincia de Santa Fe. La fábrica de ACINDAR cuyo titular sería un año más tarde el Ministro de Economía de la dictadura José Alfredo Martinez de Hoz, primero barrieron a la comisión interna.
En la madrugada del 20 de marzo de 1975, Villa Constitución se llenó de policías federales, provinciales, y una rancia derecha sindical con el objetivo de colaborar en la represión. Entre los obreros de lucha se perfiló un líder claro había triunfado en la lista marrón Alberto Piccinini el Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica seccional Villa Constitución, quien ganó con el 70% de los votos.
Piccinini tenía un antecedente, fue el armador de la huelga general y la ocupación de la fábrica, cuando la derecha sindical desconoció a los dirigentes que habían triunfado, y los separó de sus cargos. Medida apoyada por la sede central de la UOM
La reacción obrera no se hizo esperar, en marzo de 1974 se produjo la huelga, a la que se sumaron otras fábricas (con la fábrica de heladeras Villber) y la toma de la fábrica por parte de los obreros villenses. Luego se sumaron ferroviarios, textiles, comerciantes y hasta docentes en apoyo a la toma. El suceso se denominó Villazo, cuando el 16 de mayo se juntaron unas 12.000 personas. El suceso está dentro de los conflictos políticos y sociales que se sucedieron a principios de aquella década. Distintas puebladas, o rebeliones populares como el Cordobazo, y Rosariazo (1969), Viborazo (1971), este último también sucedido en Córdoba, marcaron un clima de época. Esto sucedía en un contexto de final de la dictadura de Juan Carlos Onganía, y con una nueva clase dirigente combativa y con influencia ideológica de la izquierda.

El villazo le torció el brazo a la derecha sindical, y tuvieron que reponer a los delegados y dirigentes más incómodos para la patronal. No sólo fue un triunfo sindical sino político, aunque el conflicto quedaba latente. Meses después, ya en 1975 tras la muerte de Juan Domingo Perón, la Triple A, empresarios y la derecha sindical se tomaría revancha con apoyo del gobierno nacional.
Estela Martínez de Perón fue quien asumió la presidencia tras la muerte de J.D Perón (1 de julio 1974), cuentan que se reunió con José Lopez Rega, alias «el brujo», analizaron un supuesto complot subversivo obrero, de Rosario a San Nicolás, paralizando la producción; la amenaza fue denominada «La serpiente roja del Paraná». Es así que aquella madrugada, patrulleros, carros de asalto, lanchas, helicópteros y 4000 efectivos policiales ocuparon la ciudad. Como si fuese poco llegaron «los Pumas», que no jugaban rugby eran adiestrados agentes de la SIDE.
Las fuerzas represivas encarcelaron aproximadamente 300 trabajadores (las fuentes policiales oscilan entre 180 y 300) ingresando arbitrariamente a un centenar de viviendas. Además se produjeron choques callejeros que dieron por saldo numerosos heridos y quince muertos, en lo que fue el la antesala del Terrorismo de Estado.
Una cantidad de presos fueron llevados a Rosario donde fueron hacinados, hambreados y sometidos a simulacros de fusilamientos y 20 personas culminaron desaparecidos. Se supo posteriormente que el presidente de ACINDAR, José Alfredo Martínez de Hoz le pagó 100 dólares a cada represor. El trabajo de Carlos Del Frade asegura que «la sociedad entre gerentes de plantas y represores fue una constante en el Gran Rosario».

El objetivo era terminar con el gremialismo rebelde, combativo asolar las comisiones internas, y por ello armaron un Centro Clandestino de Detención en el albergue de solteros, y los torturadores, formadores de los grupo de tarea participaban miembros de la Triple A. como Aníbal Gordon. Un Ford Falcon oscuro patrullaba las calles de Villa Constitución y perpetraba secuestros. La respuesta del movimiento obrero fue una huelga de sesenta días, aunque la represión se extendía por todo aquel año 75, y con crudeza en 1976.
Lo que sucedió en Villa Constitución demuestra un cruce en el accionar entre empresarios, grupo de tareas, y la brava derecha sindical se unieron en función de disciplinar a una parte de los gremios y trabajadores en función del proyecto económico de los militares y una parte del empresariado cómplice. Los trabajadores y sindicalistas de la lista marrón de la UOM de Villa Constitución sufrieron la persecución y la cárcel, algunos la muerte, y recién pusieron rearmarse a finales de los 80´, con el debilitamiento de la dictadura.
Un dato no menor, Martínez de Hoz culminó siendo el Ministro de Economía 1976-1980, aquel que con su socio Klein había «limpiado» de «sindicalistas zurdos» la fábrica. En 1966 unos 66 establecimientos generaban el 92% del acero, tras el paso de la dictadura la producción se concentró, sólo 39 plantas fabricaban el 94,8% del acero. El cinturón industrial del Paraná ya no fue el mismo, la vida de muchos tampoco.
A la nueva tendencia impulsada por el gobierno nacional que busca la «verdad histórica» y contra la historia completa, contemos los vínculos del poder económico y los militares, conozcamos lo que sucedió en Villa Constitución, y volvamos a decir Nunca Más.
FUENTE: Basualdo. V. El caso Acindar Villa Constitución y el Ciclo de Transformaciones represivas, productivas y laborales entre dictadura y democracia. Del Frade Carlos: A 50 años de la Invasión a Villa Constitución y el inicio del Terrorismo de Estado, Tiempo Argentino.